Después de cuatro meses de ausencia en calle Chacabuco, la tradicional Feria Dominical de Arica reinició sus actividades tímidamente, a medias tintas, como dijo un comerciante.
Es que de los 800 comerciantes que tradicionalmente se instalaban todos los domingos, esta vez llegaron unos 300, llenos de dudas y temiendo los partes y el desalojo, considerando que estamos en Fase 1, plena cuarentena, toque de queda, restricción vehicular, controles estrictos de permisos en la Comisaría Virtual, patrullajes militares, pero contra viento y marea, se instalaron los más decididos.
“Ya no dábamos más, cuatro meses sin trabajar, al borde de la quiebra total, yo y mi esposo con jubilaciones muy bajas, nos obligan a trabajar en esta feria para sobrevivir”, expresó Erika Yañez en su puesto de confecciones y zapatillas.
Agregó que recién a las 11 de la mañana pudieron instalarse, pese a que llegó temprano, dijo que hubo incertidumbre hasta el último minuto.
En tanto Norma Reyes, comerciante de calcetas, calcetines y productos afines, afirmó que costó mucho reabrir la Dominical: “Teníamos todo en contra por culpa del corona virus, pero si no se abre esta fuente de trabajo, más de 800 familias quedamos en la ruina total. Nos escucharon, y agradecemos esta oportunidad, estamos cumpliendo todos los requisitos sanitarios, como los supermercados, los chinos y las tiendas”.
El público también escaseó. Pero los comerciantes se mostraron optimistas porque vuelven a trabajar después de cuatro meses de inactividad que los tuvo por las cuerdas. “Ya son pasadas las 12 del día y llevo vendidos 23 mil pesos, pero no importa, estoy feliz porque estoy trabajando, el próximo domingo 8 estaremos a las 7 de la mañana instalados con harta fe”, aseguró la comerciante Carmen Chávez.