En el balance final los ramaderos ariqueños dijeron que esperaban que les fuera igual o mejor que el año pasado y no fue así. Las ventas estuvieron flojas y según ellos apenas salvaron los gastos.
Explicaron que la gente no llegó en masa como en años anteriores y le echaron la culpa al cerco que instalaron las autoridades para que los vehículos no llegaran al sector de las Ramadas, y esto incluyó a los colectivos, taxis, uber y taxibuses, que son claves para la llegada de la gente y su partida segura en altas horas de la noche a sus barrios.
Se quejaron además porque tuvieron serios problema de abastecimientos de alimentos, bebidas y renovar en general insumos para sus 80 locales, durante los cinco días de celebraciones, ya que no podían acercar sus vehículos hacia sus locales, y los que se atrevieron ante las circunstancias, recibieron infracciones que deberán pagar en los juzgados de policía Local.
Estuvieron de acuerdo en que hubo mucha seguridad, orden, limpieza y un comportamiento excelente del público. Pero cuando comenzaron a sacar cuentas, básicamente sumar y restar, las cosas no empezaron a cuadrar y al decir de un personaje popular “lo comenzaron a sospechar desde un principio”.