Un grupo de investigadores de la Universidad de Tarapacá, encabezado por Bernardo Arriaza, realiza el proyecto “El color de la muerte: El uso ancestral del manganeso y el posible envenenamiento crónico de las poblaciones Chinchorro en el desierto de Atacama” con el apoyo del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt).
Esta investigación tiene como objetivo estudiar el grado de toxicidad y bioacumulación del manganeso en las poblaciones Chinchorro a causa de su uso recurrente en las prácticas de momificación artificial.
El manganeso es un mineral potencialmente neurotóxico y las antiguas poblaciones Chinchorro lo explotaron ampliamente, refinándolo y utilizándolo como colorante negro para ornamentar los cuerpos de los difuntos durante el proceso de momificación.
Según los investigadores, la continua explotación del manganeso causó un impacto importante en la salud de la población Chinchorro por la sobreexposición continua a este mineral y para contrastar esta hipótesis, estudiarán colecciones arqueológicas y bioarqueológicas del Museo Arqueológico San Miguel de Azapa.
Arriaza afirmó que “los Chinchorro fueron los primeros artistas plásticos fúnebres de la prehistoria andina. Ellos, con mucha experticia, estética y empleando maderos, arcillas y minerales, trasformaron a sus difuntos en verdaderas obras de arte. Fueron artistas de la muerte”. Sin embargo, para el investigador, el uso de pigmentos y minerales, como el manganeso, debe haber tendido sus consecuencias negativas para la salud.
Actualmente, el proyecto está en la etapa de recolección de muestras actuales y bioarqueológicas para análisis comparativos y la afinación de los protocolos de laboratorio.